Como diagnosticar y tratar varias enfermedades

Hacia finales del siglo XIX, el osteópata W. Sutherland D.O. descubrió la existencia de movilidad entre los huesos del cráneo y comenzó a investigar sobre lo que llamó movimiento respiratorio primario (MRP) y mecanismo sacro-craneal. Posteriormente, las investigaciones clínicas y científicas de osteópatas como R.
Becker D.O., J. Upledger D.O., J. Jealous D.O., V. Frymann D.O. y F. Sills D.O., entre otros, han aclarado los fundamentos teóricos y la potencialidad terapéutica de lo que denominaron ´osteopatía craneal´, ´terapia craneosacral´ o ´biodinámica´ para referirse a este enfoque del tratamiento osteopático.
El mecanismo cráneo-sacro, al igual que el latido cardíaco o el ritmo respiratorio, se percibe en todos los tejidos y estructuras corporales como un movimiento involuntario y espontáneo con un determinado ritmo y potencia.
Este impulso rítmico es el mecanismo respiratorio primario (M.R.P.) y puede palparse en cualquier estructura corporal (hueso, músculo, víscera) con una frecuencia de 8 a 12 ciclos por minuto. El origen de este mecanismo estaría en los ventrículos cerebrales donde se genera el líquido céfalo-raquídeo (LCR) impulsándose a todo el cuerpo a través de las fascias, confundiéndose luego con los otros fluidos corporales (sangre, linfa, etc.). Como las fascias envuelven y conectan todas las estructuras, este movimiento autónomo puede palparse en cualquier parte del cuerpo. D. Brooks D.O. decía ´cuando hay una lesión del sacro en menos de una hora tendremos una alteración del sistema endocrino´

El sistema cráneo-sacro está representado anatómicamente por:

– los huesos del cráneo que se articulan entre sí
– el sacro y el coxis
– las vértebras
– la duramadre, estructura de tejido conectivo que envuelve al sistema nervioso y se une a distintos huesos de este sistema, especialmente del cráneo, sacro y cóccix
– el LCR que es la ´gasolina´ que mueve al sistema
– las estructuras cerebrales que producen y reabsorben el LCR
– las fascias que transmiten el movimiento de los fluidos por todo el cuerpo

Además podemos palpar movimientos más profundos que nos permiten percibir la vitalidad del organismo, esto es la fluctuación de los líquidos o mareas. Estas tienen una frecuencia mucho más lenta que el MRP y va de 2,5 ciclos por minuto a 1 ciclo cada 100 segundos y se relacionan con ´el aliento de vida´ o la capacidad que tiene el organismo de mantener la salud y generar los mecanismos de autocuración. De este modo, este sistema representa, de alguna manera, el ´motor del cuerpo´, y va a dar y recibir influencias de los otros sistemas: nervioso, músculo-esquelético, circulatorio, endocrino, respiratorio.
Todos estos fundamentos no son meramente teóricos sino que se apoyan en una larga experimentación práctica, numerosas investigaciones científicas y la confirmación que nos da día a día nuestra consulta clínica.
La aptitud y el entrenamiento para palpar, percibir y normalizar el ritmo, la frecuencia y la potencia de estos sutiles movimientos nos abre una amplia gama de posibilidades diagnósticas y terapéuticas.
Cuando este mecanismo funciona dentro de parámetros normales de movilidad, vitalidad y ritmo nos indica que la mecánica corporal es correcta y, por lo tanto, la buena circulación de líquidos nos asegura la salud.
Cuando el Osteópata trabaja con el sistema cráneo-sacro apoya o coloca las manos en determinadas partes del cuerpo esperando los mensajes que este le transmite y a partir de allí estimula la normalización en un verdadero ´diálogo con los tejidos´ que es la síntesis de la osteopatía.

La movilidad de las estructuras craneales
A partir del descubrimiento de la existencia un pulso que podemos percibir apoyando relajadamente las manos en la cabeza de un individuo observamos que las distintas suturas (articulaciones sin movilidad para la medicina clásica) permiten una determinada micromovilidad entre los distintos huesos que conforman el cráneo. Pero esta palpitación o impulso rítmico primario parte del interior del cerebro (hay investigaciones que le atribuyen otros orígenes) y se transmite a todas las estructuras intracraneales, viscerales y articulares a través de las fascias. Esto nos permite palpar no sólo la movilidad ósea sino también el contenido del cráneo: el contenido cerebral, las membranas intracraneales (duramadre) y los líquidos.
La duramadre es una membrana de tejido conectivo que envuelve todo el sistema nervioso y se inserta en los huesos de cráneo, primeras cervicales y se prolonga hasta sacro y coxis, de modo que va a haber influencias a distancia muy importantes a través de la duramadre, pero también las tensiones de esta fascia van a alterar la movilidad normal de los huesos craneales tanto por causas locales como a distancia.
Este funcionamiento fue comprobado experimentalmente y corroborado por innumerables estudios e investigaciones científicas.

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Los problemas se producen cuando se altera la movilidad…
Sabemos que la enfermedad comienza cuando una estructura pierde su normal movilidad, y esto ocurre también en el cráneo ya que las tensiones, problemas emocionales, golpes directos o alguna compresión inadvertida durante el parto pueden ser causa de una alteración de movilidad entre los huesos del cráneo, y estas disfunciones por pequeñas que sean pueden generar problemas importantes.
Entre los huesos craneales hay muchos canales, agujeros y conductos que son atravesados o recorridos por nervios, arteriolas, venas, etc., si se genera un pequeñísimo desplazamiento o bloqueo entre ellos se obstruirá el espacio por donde trascurren estas estructuras alterándose su función. Estas estructuras tienen distintas funciones: drenaje de la sangre y líquidos craneales, llevar la sensibilidad o motricidad a músculos o articulaciones, transmitir la información neurovegetativa a órganos del cráneo o de los sistemas respiratorio y digestivo, etc. De manera que según cual sea la articulación bloqueada y el nervio o vaso comprimido o irritado se afectarán distintas funciones de otros tantos órganos o estructuras. Por otro lado las alteraciones craneales producirán tensiones en la duramadre que se transmitirán a distintas partes del cuerpo.
Estamos aquí en la fase funcional de la patología, es decir que existen los síntomas pero no hay ninguna lesión orgánica objetivada en los estudios médicos: la afección orgánica, casi siempre, es el resultado final de una alteración mecánica-funcional mantenida durante un tiempo. También es importante decir que la aparición del síntoma puede ocurrir mucho tiempo después del desarrollo de la disfunción mecánica…

Algunas patologías que se pueden originar en una disfunción craneal

– Migrañas y dolores de cabeza: la pérdida de movilidad entre el hueso temporal y el occipital achica la luz del agujero rasgado posterior cerrándose el paso a importantes vasos que generarán congestión sanguínea, lo que puede agravarse cuando el bloqueo afecta otros huesos de la bóveda craneal que afectarán el drenaje de los senos venosos. La irritación del trigémino y del simpático vascular pueden ser también su causa.
– Mareos y vértigos: en este caso la obstrucción del agujero rasgado depende de determinadas posiciones o movimientos que ocasionan la interrupción parcial del aporte sanguíneo al cerebro a través de la arteria carótida..
– Dolor cervical: en este caso el dolor es generado, fundamentalmente, por tensiones de la duramadre que se originan por bloqueos en distintas articulaciones craneales (occipital, frontal, etmoides) relacionadas con aumento del tono de la cadena posterior especialmente.
– Sinusitis, rinitis: alteraciones de movilidad entre el esfenoides, frontal y etmoides, entre otros, afectan el drenaje de los senos nasales favoreciendo la acumulación de moco que sumado a la irritación de nervios neurovegetativos favorecen la instalación de focos infecciosos.
– Problemas digestivos y respiratorios: la alteración de la occípito-mastoidea comprime al nervio neumogástrico que envía información parasimpática a bronquios, pulmones, estómago, hígado, parte de intestino delgado produciendo, según las fibras que afecte, bronquitis, ardores, digestiones lentas, etc.
– Escoliosis: muchas escoliosis y problemas posturales nacen de una alteración (rotación más inclinación) de la articulación esfeno-basilar producida en el parto o por algún golpe o caída en la primera infancia,
de ahí la importancia de chequear osteopáticamente a los niños aunque no presenten síntomas ya que se pueden prevenir esta y otras patologías que se desarrollan en la adolescencia.
– Problemas de oclusión: cualquier alteración del cráneo anterior va a influír sobre el maxilar superior y el cráneo posterior hará lo propio sobre el maxilar inferior, de manera que las afecciones de la ATM, posición dentaria y oclusión tienen su origen en algún desequilibrio craneal, por ello el tratamiento osteopático es prioritario si no complementario de cualquier tratamiento de ortodoncia.
– Trastornos de conducta y psicomotrices: nuevamente relacionamos el parto y los golpes en la niñez con alteraciones de bloqueos del frontal y otros huesos que sumados a las tensiones durales que alteran el normal funcionamiento cerebral generando diversos trastornos no justificables desde el la medicina clásica ya que no hay lesión neurológica.
– Afecciones endocrinas: las compresiones óseas y las tensiones de la dura pueden alterar el funcionamiento de la hipófisis, glándula madre del sistema hormonal.
Estos son algunos ejemplos breves como para dar idea de causas craneales de muchos malestares. Debemos tener en cuenta que puede haber causas mecánicas a otros niveles corporales, y en otros casos, ya existir patología orgánica asociada.
¨…el chequeo osteopático en los niños puede evitarles problemas importantes en el futuro que son fácilmente solucionables a edades tempranas…¨

Diagnóstico y tratamiento
Cuando hablamos de movilidad de los huesos del cráneo y de su influencia en tantos males puede resultar difícil de comprender y aceptar, pero más aún cuando decimos que con apoyar las manos sobre el cráneo y realizar ligeros estímulos vamos a detectar y corregir estas disfunciones. Por suerte los resultados obtenidos confirman todos los días que estamos en el camino correcto.
La base es la capacidad palpatoria que necesita un entrenamiento y conocimiento de muchos años pero que no acaba nunca de mejorarse, ya que siempre puede llegarse a percibir el funcionamiento del cuerpo a niveles cada vez más profundos y así normalizarlo. El diagnóstico y tratamiento del cráneo siempre es suave, a veces parece que no se hace nada, y así se puede actuar sobre los huesos, las membranas y los líquidos intracraneales.
El procedimiento consiste en detectar cuales son las articulaciones bloqueadas y en que nivel de profundidad (óseo, membranoso, fluídico) se halla el ¨nudo¨ principal de su obstrucción y luego normalizarlo, lo que puede hacerse de varias formas de acuerdo a la necesidad:

– poniendo en tensión las estructuras alteradas para posibilitar la liberación
– utilizando estímulos fisiológicos: respiraciones, movimiento de ojos, lengua, etc.
– acompañando a las estructuras a su punto de relajación
– dándole al cráneo un punto de apoyo para que sólo realice su normalización

Dejamos en claro que en este artículo hablamos de técnicas craneales solamente pero que siempre se debe chequear y tratar el cuerpo en conjunto porque muchas disfunciones craneales pueden originarse en otras partes del cuerpo, especialmente en la pelvis donde hay una correspondencia funcional directa.

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Fernando Queipo

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